Una vida y una mujer perfecta. Es de esas que nunca andan con las uñas sin pintar, el cabello sin alisar y no comen más de las 300 calorías exactas al día. Yo me he topado con varias -probablemente se deba a la ciudad donde vivo- pero la verdad es que, si somos un poco detallistas con la gente que nos rodea (ojo: sin ser acosadores). Nos vamos a dar cuenta de que en la sociedad actual hay montones de mujeres a las que Lydia Aquino denominó Las Mujeres de Torrimar.
Debo aclarar que no solo me refiero a ese porcentaje mínimo de mujeres modernas que andan todo el día sonriendo en tacones y perfectamente maquilladas. Me refiero a las mujeres que parecen tener una vida perfecta, cuando realmente tienen, es una cuenta bancaria enorme. No cocinan, no crían a sus hijos, no atienden a sus visitas, no hacen las compras porque le pagan a gente porque haga eso. Son lo que el coloquio venezolano llama mantenidas, y aunque la crisis económica mundial las ha ido disminuyendo progresivamente, existen aún.
No estoy diciendo que este mal tener dinero, vivir cómodo y darse gustos, para nada. De hecho creo que eso es el objetivo que deberíamos perseguir pues el dinero es necesario para alcanzar lo que queremos; ya sea el posgrado de tus sueños al otro lado del mundo, criar dedicadamente muchos hijos, el closet lleno de Lou boutin o un viaje en bicicleta por Europa. El dinero es un medio necesario, punto.
Mi crítica más bien está dirigida a la parte de la dependencia económica.
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